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Reporte desde Guatemala


DESPUÉS DEL TRAUMA, PUEDE LLEGAR LA PAZ

Por: Ruth Cordova

 

 

 

 

 

 

A inicios del mes de junio, Guatemala vivió una tragedia cuyas proporciones aún son inciertas. Las cifras oficiales de muertos y desaparecidos tras la erupción volcánica no se acercan ni remotamente a la realidad.

Ha sido difícil, caótico y mucha gente sigue sufriendo la angustia e incertidumbre por no encontrar los cuerpos de sus familiares. Algunos, porque no está seguros que hayan fallecido; otros, porque su única esperanza es darles santa sepultura y un último adiós.

 

Guatemala está hecha de gente muy tradicional y apegada a la familia. Hubo casas que desaparecieron tras la erupción con familias nucleares y extendidas completas, dejando sobrevivientes con un duelo de 20 o 30 familiares muertos, entre hijos, hermanos, padres, primos, tíos, nietos, abuelos. Es verdaderamente una tragedia inmensurable, en la que la gente que quedó viva, ya no tiene esperanza ni palabras para describir la inmensidad de su dolor. Sin embargo, siguen de pie, viendo cómo retoman sus vidas, dudando de que sea posible.


Un grupo excepcional

 

 

 

 

Tras la tragedia, un excepcional grupo de psicólogos y terapeutas AIT, se unieron dar asistencia terapéutica gratuita a los sobrevivientes. Todos los viernes, desde la semana de la tragedia y hasta cuando sea necesario, este grupo de respuesta se moviliza para asistir y acompañar a estas personas.

Todos los voluntarios se han mostrado dispuestos a ofrecer su tiempo, conocimiento y presencia a la gente que ahora lo necesita tanto, con esta técnica maravillosa que sabemos puede ayudar sin re traumatizar a los afectados.

Con el apoyo de la Fundación Caritas Arquidiocesana, encargados del transporte de los terapeutas, en cada visita se encuentra un panorama distinto, historias desgarradoras y también, conforme pasa el tiempo, y la gente recibe tratamiento, esperanza y paz.

El trabajo en los albergues ha sido paulatino. Muchas personas en un inicio no querían hablar más con psicólogos pues le resultaba demasiado doloroso repetir su historia. Sin embargo, con la constancia de la llegada del equipo AIT y viendo los resultados que han tenido quienes han aceptado atención, la gente se ha ido abriendo y aceptando la ayuda que ofrece AIT. Los encargados de los albergues han comenzado a referir los casos más graves y en los domicilios el equipo es recibido con sonrisas y alegría.

 

 

 

Un pueblo resiliente

Es difícil describir el panorama porque es cambiante. Puedo hablar de gente que viene de historias de guerra, pobreza, discriminación y muchas dificultades y que ahora pasó por esta situación impensable. Algunos han recibido amenazas de los pobladores locales porque quieren recuperar las escuelas que sirven de albergues temporales. Muchos salen cada día a buscar trabajo a pesar de encontrarse con la imagen del volcán que aún expide humo. Van a lavar su ropa en la pila comunitaria en la plaza central, el mismo lugar donde fueron poniendo todos los cuerpos que sacaban los primeros días después de la erupción.

 

 

Aún con este panorama, es gente que sigue de pie, disociada, desconectada, con un dolor inmenso, pesadillas, insomnio, tos y muchos otros síntomas y secuelas del trauma, viendo cómo recuperan algo de su vida con lo poco o nada que les queda. Si algo me ha impresionado de mi país es la resiliencia que tiene su gente, para seguir levantándose cada día, buscar trabajo y retomar su vida a pesar de todo.

El trabajo continúa

 

 

Me siento muy orgullosa de coordinar y apoyar al Equipo de Respuesta Humanitaria AIT y del trabajo hermoso que están haciendo cada viernes en Alotenango. Recientemente, se ha abierto la posibilidad de trabajar cada 15 días en Escuintla, para llevar AIT a los sobrevivientes que están en esta zona, devolverles algo de esperanza y paz.

En el pasado mes de julio, miembros del equipo de AIT estuvieron presentes en el curso Fundamentos de AIT, que se impartió para brindar herramientas a otros psicólogos, para que puedan multiplicar este esfuerzo y ayuda a más gente. Todo esto sin recibir pago por su trabajo, poniendo muchas veces de su propio dinero, comida y gasolina con tal de estar presentes apoyando de forma incondicional.

Con el trabajo profesional y amoroso que está haciendo cada uno de los Terapeutas AIT, espero y confío que este esfuerzo se multiplicará y seguirá vivo mientras sea necesario. Me siento honrada y con el corazón lleno al formar parte de este Equipo de Respuesta Humanitaria AIT. Gracias a cada uno.

Autor del texto:
Ruth Córdova. Psicóloga.
Terapeuta AIT, Maestra y Supervisora de AIT.

 

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