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Trabajo grupal con AIT en Honduras

Honduras, trabajo grupal para trabajar la violencia vivida por personas LBGTI desde la Terapia Integrativa Avanzada AIT (Agosto, 2019)

En Honduras, según denunció el Comisionado Nacional de los Derechos Humanos (CONADEH 1) sólo en 2019 han sido asesinadas 21 personas LBGTI en el país. Sumado a este índice de violencia que va en aumento de forma preocupante, se añade que más del 90% los crímenes de odio contra las minorías sexuales quedan impunes al no hacerse justicia y menos aún garantizar seguridad a la población objeto de estos abusos.

Existe en Honduras una falta de voluntad política y social para poder garantizar unos mínimos de seguridad para la población la cual vive en constante estigmatización, discriminación y revictimización por parte de los agentes del estado y la población en general, además de los actores del crimen organizado. Esta población en general son víctimas de homicidio y/o tentativa; de abuso de autoridad, lesiones, detenciones ilegales, robos, hostigamiento, violación sexual, amenazas, violencia intrafamiliar y agresión. Una discriminación desmedida que comporta falta de respeto a sus derechos humanos fundamentales, principalmente, el derecho a la vida y a una vida con dignidad. (2)

La pérdida por asesinato, es una situación que resulta abrumadora para cualquier persona. En Honduras, y gran parte de Centro-América, sobretodo en determinados estratos sociales esto puede resultar un evento repetitivo, que responde más bien a un patrón traumático de orden social de gran envergadura. En todos estos casos las personas testigos y/o sobrevivientes no reciben ni un mínimo de ayuda profesional para poder integrar el trauma experimentado. A esta situación, debemos sumar el contexto social en donde las personas LBGTI viven.

En la búsqueda por auto-reconocer su propia identidad sexual y desarrollarse como personas, muchas han sido violentadas, humilladas, rechazadas y/o expulsadas desde edades tempranas, incluso en el seno de la familia, añadiendo eventos repetitivos de violencia, que involucran a las personas que cuidaron de ellos y ellas cuando estaban en sus primeros años de vida. Por tanto, en muchos casos ya no sólo estamos ante eventos traumáticos vividos en la edad adulta, sean estos patrones eventos únicos, sino que hablamos también de “traumas de desarrollo”, afectando su construcción de vínculos socio-afectivos sanos, donde la confianza queda doblemente mermada.

Por lo tanto, en la mayoría de la población LBGTI en contextos sociales brevemente descritos en el inicio de este escrito, nos encontramos con personas cuya sociedad sigue provocando heridas complejas que afectan a la propia construcción del “yo” y su aceptación en relación al cuerpo-identidad, frente al “otro” o la “otra” que representa una estructura de rechazo, abandono y violencia en constante legitimidad al uso y abuso de su fuerza ante una supuesta “no normalidad”, la cual es totalmente social y/o cultural. Todo ello en muchos casos se acompaña de fuertes elementos de culpabilidad introyectada, generando un sufrimiento que comporta desvalorización en algunos casos; intentos de suicidio; y/o búsqueda de formas de liberación del sufrimiento a través de las adicciones, disociación y/o involucramiento en relaciones violentas.

No obstante, no hay que obviar que a la par de estas situaciones que intentan huir de una situación externa en constante violencia, en muchos casos se han desarrollado herramientas de afrontamiento ubicadas en su mayoría en la fuerza del colectivo. Este ha supuesto en muchos casos un elemento liberador de pertenencia convirtiéndose en “familias elegidas” y fuente de resiliencia desde donde resistir frente a una violencia que no cesa en lo cotidiano. Un colectivo que a la vez debe poder ser sanado para no repetir ciertos patrones aprendidos de relacionamiento.   

Por todo ello, tras el asesinato de Bessy Watson, activista transexual promotora de derechos LBGTI a través de la plataforma Derechos “Aquí y Ahora” en Tegucigalpa, desde PBI Honduras (Brigadas Internacionales de Paz), junto a otras organizaciones locales, se nos localizó para poder acompañar a este grupo LBGTI de la asociación Arcoiris. Durante la primera semana de agosto, desde El Salvador, un equipo formado en Terapia Integrativa Avanzada (AIT por sus siglas en inglés), fuimos a Honduras.

Como hemos descrito anteriormente, al enfrentarnos a lo que Martín Baró denominó “trauma psico-social” el cual sitúa las causas del trauma no en la persona sino en la misma sociedad, desde la familia hasta la comunidad y el conjunto de la sociedad, y especialmente al tratarse de daños que impactan la estructura misma de la psique colectiva, donde se llega a perder el principio mismo de humanidad provocando la legitimización de la violencia hasta llegar al asesinato por odio, se optó por un proceso grupal.

En este caso concreto, nos reunimos en dos grupos, un total de 33 personas de la comunidad LBGTI de la asociación Arcoiris. De entre todas las personas del colectivo había mujeres transexuales que presenciaron el asesinato, sobreviviendo incluso a la muerte tras ser impactadas por las balas de armas de fuego. Todos y todas han ido perdiendo a diferentes compañeras y compañeros activistas en los últimos meses, y especialmente, todas las personas LBGTI comparten el contexto socio-familiar y de la misma sociedad de discriminación y rechazo, incluso violencia extrema frente a sus identidades sexuales.

Desde AIT, usamos una adaptación de los protocolos de forma grupal, buscando reducir los síntomas del Trastorno por Estrés Postraumático asociados con la violencia reciente vivida, pero a la vez conectando esa violencia con la historia de violencia vivida desde la infancia, la cual en su mayoría se ubicó en el rechazo y violencia intra-familiar, asociada a la culpa, vergüenza y dolor al no poder ser completamente ellas o ellos mismos sin perder su hogar de origen y sentimiento de pertenencia. Fase necesaria para fortalecer el Ego y por tanto construir una relación sana entre éste y nuestro centro.

Para iniciar el proceso grupal, uno de los elementos claves es siempre la colocación del “centro de poder” en la sala de acuerdo a la cosmovisión Maya. Desde ese centro se ubican las energías del día, y se conectan con la fuerza del universo explicando el significado para el pueblo Maya, los cuales son un pueblo ancestral vivo en las tierras centro-americanas. Desde ese espacio se da sentido al proceso que se va a realizar durante dos días completos, pero también se establece un espacio de contención colectiva y resistencia frente a las violencias vividas. En ella se encendieron candelas para cada punto cardinal del espacio, convirtiéndose este espacio en el primer elemento de fortalecimiento del ego-grupal que contendría toda la experiencia de sanación de trauma individual y colectivo que íbamos a iniciar.

Mediante el uso de técnicas de arte-terapia y técnicas de visualización-meditación, se continuó el proceso fortaleciendo del ego a través de la instalación de las cualidades de las personas presentes. El objetivo es buscar en todo momento rescatar los elementos de resiliencia que cada persona ha aprendido a desarrollar para poder enfrentar episodios de violencia repetitiva a lo largo de sus vidas. De igual forma se buscó fortalecer el papel de los colectivos como “familias” elegidas en donde han encontrado afecto, comprensión y apoyo mutuo.

Volviendo a rescatar las cosmovisiones ancestrales, tras realizar una visualización en un lugar seguro de su psique, se conectó a cada persona con su “animal de poder”, para ello se utilizó el guión del lugar más seguro y más hermoso del seminario “tratando el espíritu herido I”.

Tras lograr estos diálogos internos con el inconsciente colectivo de cada persona, a través de “sus animales de poder”, se invitó a crear su propio animal de poder en formato de “muñeco de fomie”.

Posteriormente se invitó a cada persona a construir una lista de cualidades que admiraba de su animal y por las cuales creían que estaban conectados, ya sea porque era algo que querían para ellos o ellas, o porque definitivamente era propio y compartido con su animal. En este momento se utilizó el protocolo de Instalación de Cualidades Positivas realizando un trabajo individual, simultáneamente en colectivo, pero en trabajo individual.

Tras este primer paso, y la elaboración de sus propios animales de poder, se invitó a las personas a revisitar algún  evento  traumático  relacionado con  las pérdidas, ya  sea reciente y/o muy antiguo que sintiera, “era el  momento de sanar” con ayuda de su animal de poder.

Para ello se eligieron dos momentos diferenciados, un primer momento con el uso de técnicas de arte-dibujo, en donde se les pedía que eligiendo uno de esos eventos traumáticos donde hubo una pérdida significativa y dibujaran lo que sentían. Una vez dibujado se les pedía volver a ese momento y mediante “estimulación bilateral alterna”, utilizada en AIT en el “protocolo sobre el mensaje de cáncer” (ver seminario de prevención y tratamiento multi-causal de cáncer), se les pidió que ubicando la parte del cuerpo donde sentían alguna perturbación estimularan con sus manos esa parte mientras respiraban profundamente. El objetivo era revisitar lo ocurrido en varias ocasiones sintiendo el cuerpo y sus emociones, tras realizar ejercicios colectivos de inversos y/o des-organización neurológica en cada nueva petición de “dibujo” sobre cómo estaba ahora tras cada ejercicio colectivo, para ayudar a liberar todas las emociones ligadas al trauma hasta llegar a cero. El dibujo además de ser un poderoso puente hacia el inconsciente permite crear una distancia y/o espacio desconectando el ego de lo ocurrido, lo cual facilita la contención y su posterior liberación.

Durante este ejercicio colectivo las personas facilitadoras formadas en las herramientas de AIT se acercaban a los casos individuales donde veían que el trabajo presentaba más resistencia y aplicaban las técnicas de AIT para inversos, desorganización neurológica y/o aplicación de técnicas de liberación de emociones, así como el protocolo de trauma para acompañar el proceso individual cuando era necesario.

En un segundo momento, al día siguiente, mediante un ejercicio de visualización que generaba espacios de seguridad, se revisitaron todos los momentos y las veces en sus vidas, divididas por  etapas del  ciclo vital, donde se encontraron con situaciones de pérdidas  (muerte,  migración  y/o  desaparición),  buscando  aquellos  objetos  que representaban a las personas que ya no están de nuestra infancia y juventud pero que de alguna manera, al ser significativas,  nos regalaron  muchas cosas que ahora forma parte de nuestras  vidas, hasta llegar al momento actual, y  las perdidas actuales  de las compañeras y compañeros de la organización.

Tras cada una de las experiencias se les permitió poder compartir lo vivido, y a partir de ello se construyeron frases conjuntas que respondían a patrones que eran trabajadas con el protocolo de Trauma de forma conjunta. En esta primera aproximación que duró dos días no se pudo hacer trauma de conexión, dado que la fortaleza de sus estructuras de psique no era suficiente para poder completar el proceso, y sólo se puedo trabajar en traumas recientes y de origen por separado.

Finalmente, para cerrar el trabajo con las pérdidas que estaban presentes en sus vidas, apoyadas por el centro energético de acuerdo a la cosmovisión maya, se encendieron candelas por cada persona asesinada y/o pérdida significativa (migración, desaparición, muerte y/o  asesinato)  rescatando  de  cada  persona  aquello  que  nos  ha  quedado individual o colectivamente para darle un sentido a su existencia en mí y el colectivo.

De igual manera, durante la noche del primer día y aprovechando que una de las terapeutas es Ajq’ij Maya, se realizó una ceremonia espiritual en la que las y los participantes continuaron trabajando sus emociones con las pérdidas y las violencias vividas.

Para cerrar la jornada de dos días, se regresó al fortalecimiento de cualidades, esta vez enfocadas a la colectividad, para re-construir la confianza en el grupo, como familias elegidas donde sentir también su fuerza personal y colectiva.

De este proceso rescatamos los cambios que las personas participantes expresaron en los momentos de compartir. Aunque somos conscientes que es necesario realizar un proceso, ninguna de las personas había recibido apoyo significativo ante las perdidas y violencias sufridas, y expresaron ser la primera vez que pudieron hablar de ello, y sentir que podían soltar y no sólo quedarse otra vez derrumbadas. Es decir, que preferían ya no hablar de ello para no volver a sufrir, y en cambio esta vez algo fue diferente porque se sintieron liberadas. Algunas manifestaron haber podido dormir sin pesadillas por primera vez en meses o perder esa tristeza y dolor que no se separaba de ellas para nada; y finalmente muchas tomaron conciencia que se podía soltar todo ese dolor con el pasado, aunque no podrían borrar lo sucedido, pero sí sentirse con más ganas de estar presentes y luchar por un futuro con mayor esperanza.

Autoras del texto:
Cristina Martínez Olivé (Terapeuta Certificada AIT y Maestra AIT)
Charo Hernández Camacho (Terapeuta formada en AIT)

[1] El Comisionado Nacional de los Derechos Humanos en Honduras.

[2] https://www.cejil.org/sites/default/files/legacy_files/El%20Caso%20de%20Honduras.pdf 

[3] http://www.uca.edu.sv/coleccion-digital-IMB/wp-content/uploads/2015/11/1990-@-Psicolog%C3%ADa-social-de-laguerra-trauma-y-terapia.pdf

[4] Los animales de poder, también llamados animales espirituales, tótems y/o nahuales en la cosmovisión maya, pero también en los pueblos originarios del sur y norte América y/o Canadá, son animales que nos guían y protegen espiritualmente, pero que comparten cualidades con la persona. Cualidades que se depositan en cada persona pero que a la vez deben ser cultivadas para poder seguir creciendo conectados con el todo o la unidad ancestral. 

Versión de este artículo en inglés:
https://ait.institute/blog-2/ait-honduras/